Un trágico accidente en Lisboa ha dejado un saldo devastador de 16 muertos y 20 heridos, seis de ellos en estado grave. El incidente ocurrió en el Elevador da Glória, un funicular que conecta la parte baja de la ciudad con el barrio de Bairro Alto. Las primeras investigaciones apuntan a una falla en el cable que une las dos cabinas del funicular, lo que provocó que el vehículo descarrilara y chocara contra un edificio a una velocidad de 60 kilómetros por hora. Este suceso ha generado una ola de preguntas sobre la seguridad y el mantenimiento de este tipo de transporte público en la capital portuguesa.
La tragedia se desató cuando, tras recorrer apenas seis metros, las cabinas del funicular perdieron la fuerza de equilibrio debido a la rotura del cable. A pesar de que el conductor activó los frenos neumáticos y manuales, estos no lograron detener la inercia del vagón. Los expertos han señalado que los frenos no tienen la capacidad suficiente para inmovilizar los vagones en situaciones de emergencia, lo que plantea serias dudas sobre la seguridad del sistema.
### Mantenimiento y Seguridad del Funicular
Una de las cuestiones más preocupantes que ha surgido tras el accidente es el mantenimiento del Elevador da Glória. Según el informe preliminar del Gabinete de Prevención e Investigación de Accidentes con Aeronaves y Accidentes Ferroviarios (GPIAAF), aunque se había realizado una inspección visual programada el mismo día del accidente, la verificación del cable que se rompió no era posible sin desmontar la pieza. Esto ha llevado a cuestionar la eficacia de las inspecciones, que han sido reducidas de 24 horas a solo 30 minutos diarios desde que la empresa municipal Carris externalizó su mantenimiento.
El ingeniero mecánico Lúcio Machado ha señalado que el aumento en el uso del funicular, que ha pasado de 500 personas al año a más de 3 millones, debería haber llevado a una revisión de los protocolos de mantenimiento y sustitución de piezas. La falta de una fiscalización adecuada podría haber contribuido a la tragedia, y las autoridades deberán investigar si se trató de un desgaste por sobrecarga o si hubo negligencia en la supervisión del equipo.
La empresa Carris ha enfrentado críticas por esta reducción en la frecuencia de las inspecciones, y el presidente de la compañía, Pedro de Brito Bogas, presentó su dimisión la noche del accidente, aunque fue rechazada por el alcalde de Lisboa, Carlos Moedas, quien afirmó que “aquí nadie huye”. Esta situación ha generado un clima de tensión y desconfianza entre los ciudadanos, que exigen respuestas claras sobre la seguridad de los transportes públicos.
### Reacciones y Consecuencias
La tragedia ha conmocionado a la sociedad portuguesa, y las reacciones no se han hecho esperar. El primer ministro de Portugal, António Costa, ha expresado sus condolencias a las familias de las víctimas y ha prometido que se llevará a cabo una investigación exhaustiva para esclarecer las causas del accidente. La comunidad internacional también ha mostrado su apoyo, y se han organizado vigilias en memoria de los fallecidos.
Mientras tanto, el GPIAAF ha indicado que aún no es posible extraer conclusiones definitivas sobre las causas del accidente, ya que la información sigue siendo incompleta. Se espera que el informe preliminar completo se publique en un plazo de 45 días, lo que permitirá a las autoridades tomar decisiones informadas sobre el futuro del funicular y la seguridad de los transportes en Lisboa.
Este accidente no solo ha puesto de manifiesto las deficiencias en el mantenimiento de los sistemas de transporte público, sino que también ha abierto un debate sobre la necesidad de mejorar la infraestructura y garantizar la seguridad de los ciudadanos. La tragedia del Elevador da Glória es un recordatorio doloroso de que la seguridad no puede ser comprometida y que es fundamental que se tomen medidas para evitar que incidentes como este se repitan en el futuro.