El verano de 2025 ha sido un periodo de gran sufrimiento para muchas comunidades en el noroeste de España, especialmente en la comarca de Sanabria, en Zamora. Los devastadores incendios que asolaron la región han dejado huellas profundas en la vida de sus habitantes, quienes enfrentan la difícil tarea de reconstruir no solo sus hogares, sino también su espíritu comunitario. A pesar de las adversidades, las fiestas de Sanabria se han convertido en un símbolo de resistencia y orgullo, donde la celebración se entrelaza con la memoria de lo perdido.
La situación en Palacios de Sanabria, un pueblo que ha sido epicentro de la lucha contra el fuego, es un claro reflejo de esta dualidad. Tradicionalmente, la fiesta en honor a la Virgen de la Encarnación se celebra el último fin de semana de agosto, marcando el cierre del verano. Sin embargo, este año, la atmósfera festiva ha sido opacada por la tristeza y la incertidumbre. A pesar de ello, los organizadores decidieron seguir adelante con las celebraciones, no solo como un acto de resistencia, sino también como un homenaje a aquellos que han luchado contra las llamas y a los que han perdido tanto.
### La Lucha Contra el Fuego y la Comunidad
La comunidad de Palacios ha estado en el centro de la batalla contra los incendios. Irene Fernández, capataz de una cuadrilla de extinción, ha sido testigo de la devastación y la lucha diaria para proteger su hogar. Junto a ella, jóvenes ganaderos como Javier Ovelar y Ángela Membibre han compartido sus experiencias, convirtiéndose en protagonistas de una historia que, aunque dolorosa, también resalta la solidaridad y el apoyo mutuo entre los vecinos. La llegada de ayuda de otros ganaderos de la región, quienes aportaron agua y forraje para los animales, ha sido un rayo de esperanza en medio de la tragedia.
La visita de los Reyes de España a la zona fue un momento significativo que brindó aliento a los afectados. Don Felipe y Doña Letizia expresaron su deseo de estar cerca de quienes han sufrido, lo que subrayó la importancia de la comunidad y la necesidad de apoyo en tiempos difíciles. La presencia de figuras tan relevantes no solo elevó la moral de los habitantes, sino que también puso de relieve la situación crítica que enfrentan, instando a las autoridades a actuar con rapidez en la entrega de ayudas.
### Celebraciones en Tiempos de Adversidad
A medida que se acercaban las fiestas, la Comisión de Fiestas de Palacios se enfrentó a un dilema: ¿deberían continuar con las celebraciones en medio de la devastación? La decisión no fue fácil. Por un lado, había un fuerte deseo de honrar a los que habían resistido y de ofrecer un final de verano lleno de sonrisas. Por otro, existía la preocupación de que la celebración pudiera parecer insensible ante el sufrimiento de muchos. Finalmente, optaron por seguir adelante, motivados por la idea de que la fiesta no era solo para ellos, sino para el pueblo y su historia.
Maribel Rodríguez, miembro de la Comisión, explicó que la decisión fue tomada día a día, evaluando la situación del fuego y la calidad del aire, especialmente considerando la salud de los habitantes mayores. La buena noticia de que el incendio en Porto había sido rebajado a nivel 1 fue un alivio que permitió que las festividades continuaran, aunque con un ambiente marcado por la tristeza y la reflexión.
Las fiestas, aunque más reducidas en asistencia, se llevaron a cabo con un sentido renovado de comunidad. La misa y la procesión en honor a la Virgen de la Encarnación se convirtieron en momentos de catarsis, donde los habitantes pudieron compartir su dolor y esperanza. Sin embargo, la afluencia fue notablemente menor que en años anteriores, reflejando el impacto de los incendios en la comunidad.
En San Martín de la Castañeda, otro pueblo afectado, la situación fue aún más complicada. A pesar de haber sido evacuados durante el apogeo del incendio, decidieron seguir adelante con sus festividades. La decisión fue impulsada por la necesidad de demostrar que, a pesar de las heridas, la comunidad se negaba a ser derrotada. La visita de los Reyes también les brindó un impulso, reafirmando su determinación de celebrar la vida y la resiliencia.
Las fiestas de Sanabria, aunque marcadas por la tragedia, han servido como un recordatorio de la fortaleza de sus habitantes. La celebración se ha convertido en un acto de resistencia, donde la comunidad se une para recordar lo que han perdido, pero también para celebrar lo que aún tienen: su hogar, su historia y su capacidad de levantarse ante la adversidad. En un futuro, la esperanza es que las fiestas de 2026 traigan consigo no solo recuerdos de lucha, sino también de alegría y renovación.