El 6 de noviembre de 2025, Colombia conmemoró el 40 aniversario del ataque al Palacio de Justicia, un evento que marcó un hito trágico en la historia del país. La Corte Suprema de Justicia organizó un acto solemne en el Palacio Alfonso Reyes Echandía, en Bogotá, donde se recordó a las más de cien víctimas, incluidos magistrados y civiles, que perdieron la vida en este episodio oscuro. Este acto no solo fue un homenaje a las víctimas, sino también un espacio para reflexionar sobre la memoria histórica y la importancia de la justicia en la sociedad colombiana.
La ceremonia fue presidida por el presidente de la Corte Suprema, Octavio Augusto Tejeiro Duque, quien estuvo acompañado por los presidentes de otras altas cortes y miembros de la rama judicial. La emotividad del evento se hizo palpable desde el inicio, cuando se interpretó el himno nacional a cargo de la Orquesta Sinfónica y el Coro Nacional de Colombia, creando un ambiente de solemnidad y respeto.
Durante el acto, se escucharon palabras conmovedoras de familiares de las víctimas. Gabriel Eliécer Andrade Sulbarán, hijo del magistrado auxiliar Julio César Andrade, quien fue dado por muerto y luego desaparecido, expresó su dolor y la ironía de que el mismo movimiento que perpetró el ataque, el M-19, ahora tenga representación en el gobierno. Andrade enfatizó que el asalto al Palacio de Justicia fue un ataque brutal a la democracia colombiana, y que la memoria de las víctimas debe ser preservada para evitar que tales atrocidades se repitan.
La importancia de recordar este evento radica no solo en honrar a quienes perdieron la vida, sino también en reflexionar sobre el estado actual de la justicia y la democracia en Colombia. Tejeiro, en su discurso, subrayó la necesidad de mantener viva la memoria de este trágico evento y de trabajar hacia un país donde prevalezcan los valores fundamentales de paz y justicia. Hizo un llamado a silenciar las voces de odio y división, promoviendo un lenguaje que fomente la unidad y el entendimiento entre los colombianos.
Sin embargo, el acto no estuvo exento de controversias. La ausencia del presidente Gustavo Petro, quien no fue invitado al evento, generó reacciones en las redes sociales. Tejeiro aclaró que la ceremonia era de carácter institucional y estaba reservada para los representantes de la rama judicial y los familiares de las víctimas. Esta decisión fue interpretada por algunos como un intento de mantener la solemnidad del homenaje, mientras que otros la vieron como una exclusión deliberada del presidente.
En medio de esta controversia, Petro utilizó su cuenta en la red social X para compartir un informe científico que, según él, determinaba que ninguna bala del M-19 había sido encontrada en los cuerpos de los magistrados asesinados. Esta afirmación provocó una fuerte reacción de rechazo, con críticos acusándolo de intentar reescribir la historia y minimizar la responsabilidad del grupo guerrillero en el ataque. La periodista Diana Giraldo fue una de las voces que se alzó en contra de esta narrativa, argumentando que el presidente parecía querer presentar al M-19 como una víctima en lugar de reconocer su papel en la masacre.
El ataque al Palacio de Justicia no solo fue un hecho violento, sino que también simboliza la lucha por la justicia y la verdad en Colombia. A lo largo de los años, las heridas de este episodio han permanecido abiertas, y la búsqueda de justicia para las víctimas sigue siendo un tema candente en la sociedad colombiana. La conmemoración de este aniversario es un recordatorio de la necesidad de seguir trabajando por un país donde la violencia no tenga cabida y donde se respeten los derechos humanos.
La historia del Palacio de Justicia es un capítulo que no debe ser olvidado. La conmemoración de su 40 aniversario sirve como un llamado a la reflexión sobre el pasado y el futuro de Colombia. La memoria de las víctimas debe ser honrada, y sus historias contadas para que las generaciones futuras comprendan la importancia de la paz y la justicia. En este sentido, el acto conmemorativo no solo fue un homenaje, sino también un espacio para la esperanza de un futuro mejor, donde la violencia y la injusticia no tengan lugar.
La ceremonia concluyó con una misa solemne en la Catedral Primada de Bogotá, presidida por autoridades eclesiásticas, que sirvió como un homenaje espiritual a las víctimas. Este acto de fe y recuerdo fue un momento de unión para todos aquellos que han sido afectados por la violencia en Colombia, reafirmando el compromiso de la sociedad con la paz y la reconciliación.
A medida que Colombia avanza hacia el futuro, es crucial que no se olvide el pasado. La memoria histórica es fundamental para construir una sociedad más justa y equitativa. La conmemoración del ataque al Palacio de Justicia es un recordatorio de que la lucha por la verdad y la justicia continúa, y que cada voz cuenta en este proceso de sanación y reconciliación. La historia de Colombia está llena de desafíos, pero también de resiliencia y esperanza. El camino hacia la paz es largo, pero cada paso cuenta, y cada acto de memoria es un paso hacia un futuro más brillante.