La historia de Dori Cabra y su loro Kiko ha capturado la atención de muchos en España, no solo por la relación entrañable que mantenían, sino también por la complejidad y dureza del proceso burocrático que enfrentó la familia tras la desaparición del ave. Kiko, un loro gris de cola roja, había sido parte de la familia durante 23 años, y su repentina pérdida desató una serie de eventos que revelan las fallas en la administración pública y la falta de sensibilidad hacia los dueños de mascotas.
La historia comienza el 26 de septiembre, cuando Kiko escapa de su jaula durante la limpieza. La familia, desesperada, busca al loro por días, colocando carteles en el barrio. Finalmente, un vecino encuentra a Kiko y lo entrega a la Policía, quien lo lleva al Centro de Recuperación de Animales Silvestres (CRAS) en Tres Cantos. Dori, al enterarse de que su loro ha sido encontrado, se dirige al CRAS con la esperanza de recuperar a su querido compañero. Sin embargo, lo que debería haber sido un reencuentro feliz se convierte en una pesadilla burocrática.
### La Burocracia y el Desamparo de los Dueños de Mascotas
Al llegar al CRAS, Dori se enfrenta a un trato frío y despectivo por parte del personal. A pesar de presentar toda la documentación necesaria, incluyendo la factura de compra y el CITES, le informan que no puede recuperar a Kiko. La situación se complica aún más cuando se le dice que el loro ahora pertenece al Estado, ya que le han colocado un microchip a nombre del gobierno. Esta decisión ha generado una gran indignación entre los defensores de los derechos de los animales y los dueños de mascotas, quienes ven en este caso un claro ejemplo de cómo la burocracia puede despojar a las personas de sus seres queridos sin un debido proceso.
José María López, secretario de la Federación Fauna, critica la falta de experiencia de los funcionarios del Ministerio para la Transición Ecológica (MITECO) en estos procesos. Según él, la normativa que regula la propiedad de los loros ha cambiado, y con la reducción del personal especializado, muchos dueños de mascotas se encuentran en situaciones similares a la de Dori. La falta de claridad en los procedimientos y la escasa empatía por parte de las autoridades han llevado a que muchos animales sean considerados propiedad del Estado sin un proceso administrativo adecuado.
La historia de Dori y Kiko no es un caso aislado. Muchas familias que han perdido a sus mascotas en circunstancias similares se han visto atrapadas en un laberinto burocrático, sin saber a quién acudir o cómo proceder. La angustia y el estrés que sufren los dueños de mascotas en estas situaciones son inimaginables. Dori, a sus 75 años, se siente impotente y desesperada, sin saber cómo recuperar a su loro. Su hija, Marian, ha intentado ayudarla, pero la complejidad del proceso ha hecho que se sientan aún más frustradas.
### La Lucha por la Justicia y el Amor por los Animales
A pesar de las adversidades, Dori y su familia no se rinden. Han buscado asesoramiento legal y han considerado iniciar un proceso judicial para recuperar la titularidad de Kiko. Sin embargo, el miedo a que esto empeore la situación les ha hecho dudar. La historia de Dori es un recordatorio de la importancia de la tenacidad y la lucha por lo que es justo. La relación entre un dueño y su mascota es única y valiosa, y la burocracia no debería interponerse en esa conexión.
La situación de Dori y Kiko ha resonado en las redes sociales, donde otros dueños de loros han compartido experiencias similares. Muchos han expresado su preocupación por la falta de claridad en las leyes que rigen la tenencia de animales exóticos y la necesidad de una reforma que proteja a los dueños de mascotas. La historia de Dori ha puesto de relieve la importancia de la empatía en la administración pública y la necesidad de un enfoque más humano en el trato a los ciudadanos.
Mientras tanto, Dori continúa hablando con Kiko, quien responde con silbidos y juegos, mostrando que, a pesar de la adversidad, su vínculo sigue siendo fuerte. Sin embargo, la incertidumbre sobre el futuro de Kiko persiste. La familia teme que, en cualquier momento, el gobierno decida llevarse al loro, a pesar de que ha sido parte de su vida durante más de dos décadas.
La historia de Dori y Kiko es un llamado a la acción para todos aquellos que aman a sus mascotas. Es un recordatorio de que, detrás de cada animal, hay una historia de amor y dedicación que merece ser respetada. La lucha de Dori es también la lucha de muchos otros que enfrentan la burocracia y la falta de compasión en la administración pública. La comunidad debe unirse para abogar por cambios que protejan a los dueños de mascotas y garanticen que sus derechos sean respetados.
En un mundo donde la burocracia a menudo parece deshumanizar a las personas, la historia de Dori y Kiko nos recuerda la importancia de la empatía y la compasión en nuestras interacciones con los demás, especialmente cuando se trata de aquellos que no pueden hablar por sí mismos. La lucha por Kiko es más que una simple batalla legal; es una defensa del amor y la conexión que compartimos con nuestros animales, y un llamado a la acción para que todos defendamos lo que es justo.
