La situación de Abengoa, una de las multinacionales más emblemáticas de Andalucía, ha sido un tema recurrente en los últimos años, especialmente desde que se suspendió la cotización de sus acciones en julio de 2020. Con cerca de 90.000 accionistas atrapados en un limbo financiero, la historia de Abengoa es un claro ejemplo de cómo la gestión empresarial puede impactar profundamente en la vida de miles de inversores. Este artículo explora los detalles de la liquidación de Abengoa y las implicaciones que tiene para sus accionistas.
### La Liquidación de Abengoa: Un Proceso Lento y Doloroso
La liquidación de Abengoa SA ha sido un proceso complicado y prolongado. Desde la suspensión de la cotización de sus acciones, los accionistas han visto cómo su inversión se evaporaba sin posibilidad de recuperación. La orden judicial de liquidación, que se confirmó en 2022, marcó un punto de no retorno para muchos de estos inversores, quienes se encontraron sin opciones para declarar sus pérdidas ante la Agencia Tributaria. Esto se debe a que, según fuentes de la Administración Concursal, no se prevé que la liquidación de la sociedad se complete antes del 30 de junio de 2024, lo que significa que los accionistas no podrán beneficiarse de la declaración de pérdidas en su declaración del Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas (IRPF).
La situación se complica aún más al considerar que Abengoa tenía un capital muy atomizado, con una base de accionistas extremadamente heterogénea. Muchos de estos inversores son particulares que apostaron por la compañía tras la primera reestructuración de capital en 2017, cuando se prometió un futuro brillante para la empresa. Sin embargo, esas promesas se desvanecieron rápidamente, y los acreedores que inicialmente apoyaron la reestructuración vendieron sus acciones a pérdidas poco después.
Uno de los factores que ha retrasado la liquidación es la venta de activos significativos, como el cuadro “San Pedro penitente” de Bartolomé Esteban Murillo. Esta obra, adquirida por Abengoa en 2014, fue declarada Bien de Interés Cultural por el Gobierno de la Junta de Andalucía, lo que impide su exportación. A pesar de que se había planeado donar la pintura a la Fundación Fondo de Cultura de Sevilla, la obra sigue en el balance de la empresa y está sujeta a una pignoración por una deuda de 20 millones de euros con la Tesorería General de la Seguridad Social. La falta de claridad sobre esta deuda ha impedido la venta del cuadro, lo que a su vez ha complicado aún más el proceso de liquidación.
### Responsabilidades y Consecuencias para los Accionistas
La situación de Abengoa no solo ha afectado a sus accionistas, sino que también ha llevado a un debate sobre la responsabilidad de los miembros del consejo de administración. En 2023, las familias fundadoras de Abengoa solicitaron al Tribunal de Instancia Mercantil de Sevilla que se declarase el concurso culpable y que se responsabilizara a los miembros del consejo, incluido el expresidente Gonzalo Urquijo. Esta solicitud se basa en la creencia de que el consejo de administración actuó de manera negligente, lo que llevó a la empresa a su actual estado de insolvencia.
Los accionistas han expresado su frustración y descontento, ya que se sienten traicionados por las promesas de recuperación que nunca se materializaron. La falta de transparencia y la gestión deficiente han dejado a muchos en una situación desesperada, sin poder recuperar su inversión. La posibilidad de que los miembros del consejo sean considerados culpables podría abrir la puerta a acciones legales adicionales, pero por el momento, los accionistas siguen atrapados en un proceso que parece no tener fin.
La historia de Abengoa es un recordatorio de la fragilidad del mundo empresarial y de cómo las decisiones tomadas en la cúpula pueden tener repercusiones devastadoras para los inversores. A medida que el proceso de liquidación avanza, los accionistas continúan esperando una resolución que les permita, al menos, cerrar este capítulo doloroso de sus vidas financieras. La situación de Abengoa es un claro ejemplo de la importancia de la gestión empresarial responsable y de la necesidad de una mayor regulación en el ámbito de la inversión para proteger a los accionistas de futuros desastres similares.