El presidente de El Salvador, Nayib Bukele, ha generado un intenso debate internacional tras la reciente aprobación de una reforma constitucional que permite la reelección indefinida. Esta decisión, respaldada por el Parlamento salvadoreño, ha suscitado comparaciones con regímenes autoritarios en la región, como los de Venezuela y Nicaragua. A pesar de las críticas, Bukele ha recibido el apoyo del gobierno de Estados Unidos, lo que añade una capa de complejidad a la situación política en El Salvador.
La reforma fue aprobada con 57 votos a favor y solo tres en contra, lo que refleja la mayoría oficialista en la Asamblea Legislativa. Esta modificación no solo amplía la duración de los mandatos presidenciales, sino que también establece un camino para que Bukele se mantenga en el poder más allá de su mandato actual. La respuesta del gobierno estadounidense ha sido clara: un portavoz del Departamento de Estado defendió la decisión del Parlamento, argumentando que fue elegido democráticamente y que tiene la autoridad para realizar cambios constitucionales.
Sin embargo, esta postura ha sido recibida con escepticismo. Críticos de la reforma, incluidos expresidentes iberoamericanos y organizaciones de derechos humanos, han advertido que la medida se asemeja a los pasos tomados por otros líderes en la región que han utilizado reformas constitucionales para consolidar su poder. La ONG Human Rights Watch ha señalado que el gobierno de Bukele está siguiendo un camino que podría llevar a la dictadura, similar al de Venezuela, donde un líder popular ha concentrado el poder y debilitado las instituciones democráticas.
**Reacciones Internacionales y Comparaciones con Regímenes Autoritarios**
La reforma constitucional ha provocado una ola de reacciones tanto a nivel nacional como internacional. Un grupo de casi treinta expresidentes de Iberoamérica, agrupados en el Grupo IDEA, emitió una declaración en la que condenan la reforma y la comparan con la experiencia de Venezuela. En su comunicado, instan a los organismos internacionales a actuar para proteger la democracia en El Salvador, advirtiendo que la reforma viola la Carta Democrática Interamericana.
Además, la preocupación por el estado de la democracia en El Salvador ha sido expresada por más de 20 organizaciones que trabajan en la defensa de los derechos humanos en América Latina. Estas organizaciones han señalado que el país se encuentra en un retroceso democrático, donde el presidente controla no solo el Congreso, sino también el sistema judicial y otras instituciones clave. La Fundación Due Process of Law ha destacado que la reelección indefinida es contraria a la Convención Americana de Derechos Humanos y socava la integridad del sistema democrático.
Las comparaciones con Nicaragua son particularmente relevantes. El presidente nicaragüense, Daniel Ortega, ha permanecido en el poder desde 2006, utilizando tácticas similares para desmantelar la oposición y controlar el sistema político. La evolución del gobierno de Bukele ha llevado a muchos a preguntarse si está siguiendo un camino similar, donde la popularidad inicial se convierte en un medio para justificar la concentración de poder y la represión de la disidencia.
**El Papel de Estados Unidos y la Estrategia de Bukele**
La relación entre Bukele y el gobierno de Estados Unidos ha sido un factor determinante en la dinámica política actual. Bukele ha logrado posicionarse como un aliado cercano de la administración de Trump, especialmente a través de acuerdos relacionados con la inmigración y la seguridad. Uno de los acuerdos más destacados permite que El Salvador albergue a inmigrantes indocumentados, principalmente venezolanos, en su sistema penitenciario, a cambio de apoyo estadounidense.
Este respaldo ha llevado a algunos a cuestionar la legitimidad de la reforma constitucional. La bendición de Estados Unidos podría interpretarse como un visto bueno a las acciones de Bukele, a pesar de las preocupaciones sobre el deterioro de la democracia en su país. La situación se complica aún más con la reciente liberación de prisioneros políticos en Venezuela a cambio de la excarcelación de ciudadanos estadounidenses, lo que demuestra la interconexión entre las políticas de Bukele y las dinámicas regionales.
A medida que El Salvador avanza hacia un futuro incierto, la comunidad internacional observa con atención. La reforma constitucional de Bukele no solo redefine el panorama político en El Salvador, sino que también plantea preguntas sobre el futuro de la democracia en América Latina. La historia reciente ha demostrado que los líderes que buscan perpetuarse en el poder a menudo comienzan con el apoyo popular, pero terminan erosionando las instituciones democráticas que una vez prometieron proteger. La situación en El Salvador es un recordatorio de que la vigilancia y la acción internacional son cruciales para salvaguardar la democracia en la región.