En marzo de 1917, en un contexto marcado por la Primera Guerra Mundial, el entonces gobernador militar de Cádiz, Miguel Primo de Rivera, realizó una propuesta que encendería un intenso debate en la sociedad española. Durante su discurso en la Real Academia Hispanoamericana, sugirió la posibilidad de negociar con el Reino Unido un intercambio de Gibraltar por Ceuta. Esta idea, lejos de ser una mera anécdota histórica, refleja las tensiones geopolíticas de la época y la complejidad de las relaciones entre España y sus territorios en el norte de África.
La propuesta de Primo de Rivera no surgió en un vacío. En ese momento, España se encontraba oficialmente neutral en la guerra, pero su economía se beneficiaba del comercio con ambos bandos. Sin embargo, el Protectorado de Marruecos era un tema candente que generaba divisiones en la opinión pública. La presencia militar en esta región, considerada por muchos como un “dispendio ruinoso”, era cuestionada por figuras destacadas como Unamuno y Ramiro de Maeztu, quienes argumentaban que la situación no solo era insostenible, sino que también perjudicaba a España.
Primo de Rivera, en su discurso, no solo criticó la situación en Marruecos, sino que también propuso mejoras en las comunicaciones entre Cádiz y Algeciras, así como la creación de un puerto franco en Ceuta. Sin embargo, lo que realmente desató la controversia fue su sugerencia de intercambiar Gibraltar por Ceuta. Argumentó que este acuerdo podría ser un “arreglo equitativo” para la restitución del Peñón, señalando que el tema de Gibraltar había sido discutido en Inglaterra como una posibilidad de devolución a España.
La reacción a su propuesta fue inmediata y polarizada. Desde el marqués de Polavieja, quien advirtió que España perdería su influencia en África, hasta quienes alabaron el patriotismo de Primo de Rivera, la opinión pública se dividió entre los que apoyaban la idea y los que la rechazaban. Este debate se enmarcó en un contexto de creciente tensión entre los aliadófilos y germanófilos en España, lo que complicó aún más la situación.
Poco después de su discurso, el gobierno del conde de Romanones, favorable a la entrada de España en la guerra, cesó a Primo de Rivera. Esta decisión no solo marcó un punto de inflexión en su carrera, sino que también reflejó la fragilidad de la política española en un momento de crisis internacional. En 1921, ya como gobernador militar de Madrid, volvió a reiterar que “un soldado más allá del Estrecho es perjudicial para España”, lo que nuevamente le costó el cargo.
El interés por la propuesta de Primo de Rivera no se desvaneció con el tiempo. En 1921, tras agotar la primera tirada de su discurso, autorizó una reimpresión bajo un título menos polémico, “Gibraltar y África”, lo que demuestra que la cuestión seguía siendo relevante en el debate nacional. Más de un siglo después, la figura de Primo de Rivera y su propuesta continúan siendo objeto de estudio y análisis, especialmente en el contexto de las tensiones actuales entre España y Marruecos.
La importancia estratégica de Ceuta y la cuestión de Gibraltar son temas que siguen resonando en la política española contemporánea. Recientemente, el general de división retirado Rafael Dávila ha abordado estas cuestiones, recordando que las tensiones entre estos territorios tienen raíces mucho más profundas de lo que a menudo se piensa. La historia de la propuesta de Primo de Rivera no es solo un episodio aislado, sino que forma parte de un entramado más amplio de relaciones internacionales y políticas coloniales que aún influyen en la actualidad.
La propuesta de intercambiar Gibraltar por Ceuta no solo refleja la visión de un militar en un contexto específico, sino que también pone de manifiesto las complejidades de la identidad nacional española y su relación con los territorios en el norte de África. La historia de Ceuta y Gibraltar es, en muchos sentidos, una historia de tensiones, negociaciones y aspiraciones que han marcado el rumbo de la política española a lo largo de los años. En este sentido, el legado de Primo de Rivera sigue siendo relevante, no solo como un episodio histórico, sino como un recordatorio de las complejidades que enfrenta España en su política exterior y en su relación con sus territorios históricos.