La tragedia ferroviaria de Tempe, que tuvo lugar el 28 de febrero de 2023, ha dejado una profunda huella en la sociedad griega. El choque entre un tren de pasajeros y un convoy de mercancías resultó en la muerte de 57 personas, la mayoría de ellas jóvenes. Este trágico evento ha desatado una ola de protestas y un clamor por justicia, liderado por Panos Routsi, un padre que ha decidido acampar en la plaza de Sintagma, en Atenas, para exigir respuestas sobre la muerte de su hijo, Denis, quien viajaba en el tren siniestrado.
La tragedia se produjo cuando el jefe de estación de Lárisa no cambió las agujas, lo que llevó a que ambos trenes circularan por la misma vía durante varios kilómetros antes de la colisión. El impacto fue devastador, causando el descarrilamiento de los primeros vagones y un incendio que se propagó rápidamente. A medida que se desarrollaba la investigación, se revelaron fallos estructurales en la red ferroviaria y una gestión cuestionable de las infraestructuras, a pesar de que Grecia había recibido fondos de la Unión Europea para su modernización.
### La búsqueda de justicia y verdad
Panos Routsi ha hecho de su protesta un símbolo de la lucha por la verdad. Desde el 15 de septiembre, ha estado acampando en la plaza de Sintagma, rodeado de fotografías de las víctimas y mensajes de apoyo de la ciudadanía. Su demanda principal es la exhumación del cuerpo de su hijo y la realización de nuevas pruebas que aclaren las circunstancias de su muerte. “No pararé hasta llegar al fondo del asunto, hasta alcanzar la verdad”, afirma Routsi, quien ha perdido peso y energía debido a su huelga de hambre.
La investigación oficial atribuyó el accidente a un error humano, pero los familiares de las víctimas han cuestionado esta conclusión. Peritajes independientes han señalado que existían fallos en los sistemas de seguridad automatizados y un abandono generalizado de las infraestructuras. Además, la falta de coordinación en las labores de rescate y la entrega apresurada de los cuerpos sin realizar análisis completos de ADN han generado un clima de desconfianza hacia las autoridades.
La indignación social ha crecido con el tiempo, especialmente tras la filtración de un audio de auxilio de una de las víctimas, que reveló que muchas personas murieron a causa del incendio que se desató tras el choque. Este hecho reavivó las protestas en todo el país, bajo el lema “No tengo oxígeno”, una frase pronunciada por la víctima minutos antes de fallecer. La situación ha llevado a cientos de personas a unirse a Routsi en su campamento, apoyando su causa y exigiendo justicia.
### La respuesta del sistema judicial
El caso ha alcanzado dimensiones judiciales complejas, con un sumario que abarca 60,000 páginas y 36 personas acusadas de homicidio por negligencia y fallos graves en la seguridad ferroviaria. Sin embargo, la respuesta del sistema judicial ha sido criticada por los familiares de las víctimas, quienes sienten que sus demandas no están siendo tomadas en serio. La reciente negativa de la justicia a autorizar pruebas toxicológicas en los restos de los fallecidos ha intensificado la frustración.
Routsi ha denunciado que, al recibir los restos de su hijo, no se realizaron correctamente las pruebas de ADN y ha exigido que se lleven a cabo análisis toxicológicos para esclarecer las causas de su muerte. A pesar de la negativa del tribunal, que argumenta que no se encontraron sustancias sospechosas, Routsi se mantiene firme en su lucha. “Si tan claro está lo que pasó, si no hay nada oculto, ¿por qué no me dejan entonces hacer los análisis? Es mi derecho como padre”, declara con determinación.
El apoyo popular ha sido un pilar fundamental en la resistencia de Routsi. A medida que su salud se deteriora, el número de manifestantes en la plaza de Sintagma sigue creciendo. Organizaciones sociales, colectivos culturales y sindicatos han convocado protestas para exigir mayor transparencia judicial y la reapertura de la investigación sobre el accidente. Durante un acto multitudinario, Routsi reiteró su exigencia de que se autoricen pruebas toxicológicas y biológicas sobre los restos de su hijo, acusando a las autoridades de querer cerrar el caso de manera precipitada.
La lucha de Panos Routsi no solo es un llamado a la justicia por su hijo, sino también un reflejo del deseo de la sociedad griega de obtener respuestas y rendir cuentas a quienes han fallado en garantizar la seguridad en el transporte ferroviario. Su historia ha resonado en el corazón de muchos, convirtiéndose en un símbolo de resistencia y búsqueda de verdad en un momento de profunda crisis para el país.