El Partido Popular (PP) se encuentra en una encrucijada complicada, donde su líder, Alberto Núñez Feijóo, intenta navegar entre la presión de la ultraderecha y la necesidad de atraer a un electorado más moderado. Tras el reciente congreso del partido, Feijóo se mostró decidido a distanciarse de Vox, pero los disturbios racistas en Torre Pacheco han complicado su estrategia, obligándolo a adoptar un discurso que, en muchos aspectos, se asemeja al de la extrema derecha.
### La Estrategia de Feijóo: Intentos de Emancipación
Alberto Núñez Feijóo comenzó el mes de julio con la esperanza de que el XXI Congreso Nacional del PP le permitiría abordar la segunda mitad de la legislatura con una agenda más clara y menos influenciada por Vox. En su discurso de clausura, Feijóo se esforzó por presentar una imagen de liderazgo fuerte, afirmando que solo hay dos opciones para el futuro del país: él o Pedro Sánchez. Sin embargo, su intento de establecer un cordón sanitario alrededor de Vox se ha visto frustrado por la realidad política y social del país.
Los disturbios racistas en Torre Pacheco han puesto de manifiesto cómo el discurso de la ultraderecha ha permeado en la narrativa del PP. Feijóo, en su intento de abordar la crisis, ha comenzado a utilizar términos como “deportaciones” en referencia a los inmigrantes, un giro que refleja la presión que siente su partido para alinearse con las preocupaciones de seguridad que la derecha ha capitalizado en los últimos años. A pesar de sus esfuerzos por distanciarse de Vox, el líder del PP se ha visto arrastrado a un discurso que, en muchos aspectos, se asemeja al de sus rivales políticos.
### La Inmigración como Palanca Electoral
La inmigración ha sido un tema central en la política española, especialmente para la derecha. El PP ha intentado posicionarse en un punto intermedio, atacando al Gobierno de Sánchez por su gestión de la inmigración mientras al mismo tiempo critica a Vox por exacerbar los temores raciales. Sin embargo, la realidad es que el PP ha dependido de la retórica anti-inmigrante para ganar apoyo electoral, lo que ha llevado a una creciente normalización de discursos xenófobos en su plataforma.
Feijóo ha intentado presentar una política migratoria que sea tanto dura como razonable, responsabilizando al Gobierno de los problemas asociados con la inmigración, mientras que al mismo tiempo intenta no alienar a los votantes moderados. Sin embargo, los disturbios en Torre Pacheco han demostrado que esta estrategia es cada vez más difícil de mantener. La presión de Vox y el aumento de la violencia racista han llevado al PP a adoptar un discurso más agresivo, donde la seguridad ciudadana se convierte en el eje central de su política migratoria.
El portavoz del PP, Borja Sémper, ha declarado que “la única manera de garantizar seguridad es con políticas migratorias razonables”, un argumento que se ha utilizado repetidamente para justificar una postura más dura hacia los inmigrantes. A pesar de que las estadísticas muestran que la delincuencia ha disminuido en España, el PP continúa vinculando la inmigración con la inseguridad, un enfoque que ha sido criticado por muchos analistas y defensores de los derechos humanos.
La retórica de Feijóo ha evolucionado rápidamente, y en un acto reciente, afirmó que “quien cometa un delito lo pagará” y que los inmigrantes irregulares que delinquen deben ser deportados de inmediato. Este tipo de declaraciones no solo refuerzan la narrativa de que los inmigrantes son una amenaza, sino que también alinean al PP más estrechamente con Vox, que ha hecho de la deportación masiva una de sus principales banderas.
La polarización en torno a la inmigración ha llevado a un enfrentamiento abierto entre el PP y Vox, donde ambos partidos intentan demostrar quién puede ser más duro en sus políticas. Esto ha resultado en una escalada de la retórica, donde el PP se ve obligado a competir con Vox por el voto de la derecha, lo que a su vez ha llevado a una mayor radicalización de su discurso.
En este contexto, la relación entre el PP y Vox se ha vuelto cada vez más complicada. Aunque Feijóo ha intentado distanciarse de la ultraderecha, la realidad es que su partido ha dependido de ella para alcanzar el poder en varias regiones. Esta dependencia ha creado un ciclo vicioso donde el PP se siente obligado a adoptar posiciones más extremas para no perder apoyo entre sus bases.
La situación actual del PP es un reflejo de las tensiones más amplias en la política española, donde la ultraderecha ha ganado terreno y ha influido en el discurso político general. A medida que se acercan las elecciones, será crucial observar cómo Feijóo maneja esta encrucijada y si puede encontrar un camino que le permita atraer a un electorado más amplio sin alienar a su base más conservadora.