Durante décadas, la exploración del cosmos ha estado marcada por la búsqueda de vida en planetas similares a la Tierra, aquellos que poseen atmósferas estables y temperaturas moderadas. Sin embargo, la reciente identificación de una nueva categoría de planetas, conocidos como hicéanos, está transformando esta búsqueda. Estos mundos, que combinan características de los planetas rocosos y los gigantes gaseosos, ofrecen un nuevo horizonte en la astrobiología y la posibilidad de encontrar vida más allá de nuestro planeta.
### ¿Qué son los Planetas Hicéanos?
El término “hicéano” es una fusión de las palabras “hidrógeno” y “oceánico”, y fue introducido por el astrofísico Nikku Madhusudhan y su equipo de la Universidad de Cambridge en 2021. A diferencia de los planetas rocosos como la Tierra, los hicéanos pueden ser significativamente más grandes, alcanzando hasta 2,6 veces el radio terrestre. Su densidad se sitúa entre la de los planetas terrestres y los gigantes gaseosos, lo que sugiere que están cubiertos por vastos océanos de agua líquida bajo atmósferas densas dominadas por hidrógeno. Esta configuración no solo aumenta sus posibilidades de habitabilidad, sino que también facilita el análisis espectroscópico de sus atmósferas.
A pesar de que estos planetas pueden tener temperaturas superficiales más elevadas, se cree que pueden mantener zonas habitables estables durante miles de millones de años. Además, su abundancia estimada en el universo es considerablemente mayor que la de los planetas similares a la Tierra, lo que los convierte en candidatos cruciales para la búsqueda de vida extraterrestre.
### K2-18b: Un Exoplaneta Prometedor
Uno de los exoplanetas más destacados en esta nueva categoría es K2-18b, ubicado a 124 años luz de distancia en la constelación de Leo. Este mundo tiene aproximadamente 8,6 veces la masa de la Tierra y un radio 2,6 veces mayor, lo que sugiere que podría tener un núcleo rocoso cubierto por una capa líquida y una atmósfera rica en hidrógeno. Estudios anteriores ya habían revelado la presencia de metano y dióxido de carbono en su atmósfera, lo que es coherente con el modelo de planeta hicéano.
Recientemente, el Telescopio Espacial James Webb (JWST) ha realizado un avance significativo al detectar, por primera vez, la presencia de dimetilsulfuro (DMS) y posiblemente dimetil disulfuro (DMDS) en la atmósfera de K2-18b. En la Tierra, estas moléculas son producidas casi exclusivamente por organismos vivos, especialmente por fitoplancton marino. La detección de DMS y DMDS ha alcanzado un nivel de significancia estadística de tres sigmas, lo que implica una probabilidad del 99,7% de que los datos no sean aleatorios. Sin embargo, para que esta detección sea considerada un descubrimiento formal, se necesita alcanzar el umbral de cinco sigmas, lo que podría lograrse con más observaciones.
Las observaciones fueron realizadas utilizando tres instrumentos del JWST: NIRISS, NIRSpec y MIRI, cubriendo un rango de longitudes de onda desde el infrarrojo cercano hasta el medio. Esta diversidad en los instrumentos utilizados refuerza la solidez de los resultados obtenidos. Madhusudhan, director del estudio, destacó que la señal fue clara y coherente, incluso al utilizar técnicas y longitudes de onda diferentes a las del análisis inicial.
Otro aspecto notable de este hallazgo es la alta concentración de DMS y DMDS en K2-18b, que se estima en niveles miles de veces superiores a los de la Tierra. Esto no solo sugiere una fuente activa de estas moléculas, sino que también coincide con las predicciones teóricas sobre la química esperable en mundos hicéanos, describiendo a K2-18b como un “planeta con un océano rebosante de vida”.
### Precauciones en la Interpretación de Resultados
A pesar del entusiasmo generado por estos hallazgos, los autores del estudio advierten sobre la necesidad de mantener una postura cauta. Es fundamental obtener más datos antes de afirmar que se ha encontrado vida en otro mundo. No se puede descartar la existencia de mecanismos abióticos desconocidos que podrían explicar la producción de estas moléculas en condiciones extremas. Subhajit Sarkar, coautor del estudio, enfatizó que este trabajo es solo el punto de partida y que es necesario explorar a fondo si estos compuestos pueden generarse sin la intervención de la vida.
En los próximos meses, el equipo de investigación planea realizar simulaciones químicas más detalladas y continuar con las observaciones para intentar distinguir de manera más clara entre DMS y DMDS, cuyas señales espectrales se solapan parcialmente. Este esfuerzo no solo busca confirmar la existencia de vida en K2-18b, sino que también representa un avance significativo en la comprensión de los mundos hicéanos y su potencial para albergar vida.
El descubrimiento de indicios de actividad biológica en un mundo hicéano marca un hito en la búsqueda de vida extraterrestre. Con herramientas avanzadas como el JWST y futuras misiones como el telescopio LUVOIR, la humanidad se acerca a una de las preguntas más profundas de la ciencia: ¿estamos solos en el universo? Este momento podría ser el punto de inflexión que nos permita responder, finalmente, si hay vida más allá de la Tierra.