Las cenizas de los incendios forestales que han devastado casi 400.000 hectáreas en España durante el verano de 2025 están causando estragos en los ecosistemas acuáticos del país. Las lluvias torrenciales han arrastrado estos residuos hacia los ríos de Galicia, Castilla y León y Extremadura, generando un cóctel químico que amenaza la salud de la fauna y de las comunidades locales. Este fenómeno ha dejado a muchos pueblos sin acceso a agua potable, lo que ha llevado a los expertos a alertar sobre las consecuencias a largo plazo de estos desastres naturales.
El río Meruelo, que atraviesa Molinaseca en León, es solo uno de los muchos ríos que ahora fluyen con aguas turbias y contaminadas. Las cenizas, que se asemejan al chapapote, han transformado el paisaje acuático, convirtiendo ríos limpios en corrientes oscuras y peligrosas. Los vecinos de localidades como Orense y el Bierzo han sido testigos de cómo las lluvias han arrastrado cenizas de las montañas, creando un panorama desolador. La situación es tan grave que en algunos lugares, el agua del grifo ya no es apta para el consumo humano.
### Un Cóctel Químico en los Ríos
Los expertos advierten que el problema de las aguas contaminadas no es solo estético. Las cenizas de los incendios transportan metales pesados como arsénico, plomo y mercurio, así como restos de materiales orgánicos que pueden infiltrarse en los acuíferos. Víctor Resco, ingeniero forestal y catedrático en la Universidad de Lérida, explica que la toxicidad crónica resultante de la ingesta de estos compuestos puede provocar daños neurológicos, renales y hepáticos. Además, las plantas potabilizadoras están desbordadas debido al aumento de turbidez y biomasa, lo que complica aún más la situación.
La fauna y flora que dependen de estos ecosistemas acuáticos también están sufriendo. Las cenizas asfixian a los peces y a los invertebrados al colmatar el fondo de los ríos y reducir el oxígeno disuelto. Este fenómeno altera el pH del agua y libera nutrientes que fomentan el crecimiento de algas y cianobacterias tóxicas. Miguel Ángel Soto, portavoz de las campañas de Bosques de Greenpeace, enfatiza que el agua contaminada no es apta para el consumo humano ni animal, lo que agrava la crisis en las comunidades afectadas.
### La Degradación del Terreno y sus Consecuencias
La degradación del terreno es otro efecto colateral de los incendios. Los suelos, desprovistos de vegetación, pierden nutrientes y se vuelven más vulnerables a la erosión. Resco señala que el fuego ha eliminado la vegetación que sujeta el suelo, lo que provoca que las lluvias torrenciales arrastren sedimentos y cenizas hacia los cauces de los ríos, contaminando embalses y manantiales. Este fenómeno ha sido descrito por los expertos como una “tormenta perfecta”, donde la combinación de grandes superficies quemadas, pendientes pronunciadas y lluvias intensas ha llevado a una crisis ambiental sin precedentes.
En Galicia, la comarca de Valdeorras ha sido una de las más afectadas, con el mayor incendio en la historia de la comunidad, que arrasó 30.000 hectáreas. La alcaldesa de Petín, Raquel María Bautista, ha denunciado la falta de protocolos y coordinación entre administraciones, lo que ha llevado a los vecinos a asumir tareas de prevención y contención por su cuenta. La Xunta de Galicia ha anunciado medidas como la creación de diques y el uso de técnicas de ‘mulching’ para frenar la erosión, pero la falta de comunicación con la Confederación Hidrográfica Miño-Sil ha generado tensiones sobre las competencias en la gestión de estos recursos.
En Castilla y León, los pueblos afectados han tenido que recurrir a camiones cisterna para abastecerse de agua potable. En localidades como Puente de Domingo Flórez y Salas de la Ribera, los ayuntamientos han prohibido el consumo de agua del grifo, lo que ha llevado a una situación de emergencia. La Diputación de León ha comenzado a distribuir agua embotellada entre los vecinos, pero la situación sigue siendo crítica.
En Extremadura, el impacto ha sido igualmente devastador. Las gargantas que antes eran ricas en biodiversidad ahora están muertas, y la erosión ha dejado el suelo desnudo, impidiendo la regeneración natural del bosque. Paco Castañares, experto forestal, advierte que la pérdida de vegetación ha hecho que las lluvias arrastren el suelo ladera abajo, lo que puede tardar siglos en recuperarse. Las localidades del norte cacereño están recibiendo agua en cisternas, una situación que recuerda a épocas pasadas.
Los expertos coinciden en que la gestión forestal y la prevención son clave para evitar que estos desastres se repitan. La inversión en la restauración de los ecosistemas y la implementación de prácticas sostenibles son esenciales para mitigar el impacto de los incendios y proteger los recursos hídricos del país. La crisis actual es solo un síntoma visible de un problema estructural que requiere atención urgente y soluciones a largo plazo.
