La situación de las exclarisas de Belorado se ha vuelto crítica a medida que se acerca la fecha del desahucio programado para el 12 de septiembre. Después de catorce meses de ruptura con la Iglesia católica, las ocho exreligiosas se enfrentan a un proceso judicial que podría obligarlas a abandonar el convento donde han vivido durante años. La vista previa del caso se llevará a cabo el 29 de julio, y las tensiones aumentan en torno a su futuro y el de las monjas mayores que no están implicadas en el cisma.
Desde que fueron excomulgadas en junio de 2024, las exclarisas han sido consideradas okupas por la Iglesia, lo que ha llevado a la presentación de varias demandas para que abandonen el convento. La situación es especialmente delicada para las monjas mayores, que tienen entre 86 y 100 años y sufren problemas de salud como pérdida de memoria y demencia. A pesar de no estar involucradas en el cisma, su futuro es incierto, ya que la Iglesia las considera parte de la comunidad legítima de Belorado.
La exabadesa, Laura García de Viedma, ha expresado su deseo de que las monjas mayores permanezcan con ellas, independientemente de dónde terminen. Sin embargo, la realidad es que el Juzgado de Briviesca ha fijado la fecha del desahucio, lo que ha llevado a las exreligiosas a planear un posible traslado al monasterio de Orduña. Este movimiento podría ser una estrategia para evitar un desalojo forzoso, especialmente para las monjas mayores que podrían resistirse a abandonar su hogar.
Los vecinos de Orduña han notado actividad inusual en el monasterio, con la llegada de vehículos que transportan camas articuladas y otros enseres. Esto sugiere que las exclarisas están preparándose para un traslado inminente, lo que podría complicar aún más la situación legal y generar nuevos conflictos con la Iglesia.
### Implicaciones Legales y Sociales
El posible traslado de las monjas mayores a Orduña no solo plantea preguntas sobre su bienestar, sino que también podría desencadenar un nuevo conflicto legal. La Federación de Clarisas ha expresado su preocupación por el estado de salud de estas religiosas y ha ofrecido hacerse cargo de su atención y cuidados. Sin embargo, cualquier movimiento debe ser autorizado por el comisario pontificio, quien representa legalmente a los monasterios.
Además, el monasterio de Orduña enfrenta sus propios problemas legales. Las exclarisas de Belorado nunca pagaron las cuotas acordadas para la compra del convento, lo que podría convertirlas en ‘inquiokupas’ si se trasladan allí sin demostrar la propiedad. Esto complicaría aún más su situación, ya que la Federación de Clarisas de Vitoria también reclama la propiedad del edificio.
La situación es un reflejo de un conflicto más amplio dentro de la Iglesia católica, donde las tensiones entre las exclarisas y la jerarquía eclesiástica han llevado a un cisma que ha dividido a la comunidad. A medida que se acerca la fecha del desahucio, las exreligiosas se ven atrapadas entre su deseo de permanecer juntas y la presión legal que las obliga a abandonar su hogar.
El futuro de las exclarisas de Belorado es incierto, y las decisiones que se tomen en los próximos días tendrán un impacto significativo en sus vidas. La comunidad y la Iglesia deben encontrar una solución que respete los derechos y necesidades de todas las partes involucradas, especialmente de las monjas mayores que merecen atención y cuidado en esta etapa de sus vidas.
