La televisión española ha sido testigo de numerosos hitos a lo largo de su historia, pero pocos han dejado una huella tan profunda como el escándalo que rodeó a la canción “Me gusta ser una zorra” en 1983. Este episodio no solo marcó un antes y un después en la programación infantil, sino que también reflejó las tensiones sociales y políticas de una España en plena transición. En este artículo, exploraremos el contexto de este escándalo, sus protagonistas y las repercusiones que tuvo en la televisión pública y en la sociedad española.
La llegada de la democracia en España en 1978 trajo consigo un cambio radical en todos los ámbitos, incluida la televisión. Durante los años 80, el país experimentó una explosión cultural que se tradujo en una mayor libertad de expresión y en la aparición de nuevos formatos televisivos. Sin embargo, esta nueva libertad también generó tensiones, especialmente en un entorno donde la censura aún tenía ecos del pasado. En este contexto, el programa infantil “Caja de ritmos” se convirtió en un espacio innovador que buscaba conectar con una juventud ávida de nuevas experiencias y sonidos.
### Un Programa Revolucionario en Tiempos de Cambio
“Caja de ritmos” fue lanzado en 1983 como un contenedor matinal destinado al público infantil. Su propuesta era diferente a la de otros programas de la época, ya que incluía música contemporánea y grupos emergentes, alejándose de la programación tradicional que predominaba en la televisión pública. Al frente del programa estaba Carlos Tena, un crítico musical conocido por su estilo alternativo y su capacidad para conectar con el público joven.
El programa se emitía los sábados por la mañana y, aunque su audiencia era principalmente infantil, su contenido era audaz y rompedor. Uno de los momentos más controvertidos de la historia de “Caja de ritmos” ocurrió cuando el grupo vasco Las Vulpes interpretó su famosa canción “Me gusta ser una zorra”. La actuación, que se emitió el 16 de abril de 1983, pasó desapercibida en su momento, ya que la letra no fue comprendida por la mayoría de los niños que la vieron. Sin embargo, la controversia estalló días después cuando la letra fue publicada en varios periódicos, provocando una ola de indignación entre los sectores más conservadores de la sociedad.
La reacción fue inmediata. Desde Alianza Popular, el partido que más tarde se convertiría en el Partido Popular, se alzaron voces clamando contra lo que consideraban una ofensa a la moralidad de los menores. La letra de la canción, que en un contexto actual podría considerarse una expresión de libertad y empoderamiento, fue vista como un ataque directo a la infancia. Esto llevó a que el Fiscal General del Estado abriera una investigación, exigiendo responsabilidades a Carlos Tena y a la dirección de RTVE.
### Consecuencias y Legado del Escándalo
El escándalo no solo tuvo repercusiones inmediatas en la programación de RTVE, sino que también marcó un punto de inflexión en la relación entre la televisión pública y la política. La presión sobre Carlos Tena fue tal que se vio obligado a dimitir, y “Caja de ritmos” fue cancelado en julio de ese mismo año, justo cuando los niños se preparaban para las vacaciones de verano. Este episodio puso de manifiesto la lucha entre la libertad de expresión y la censura, un tema recurrente en la historia de la televisión española.
A pesar de la controversia, el legado de este escándalo perdura. La figura de Carlos Tena se ha convertido en un símbolo de la lucha por la libertad de expresión en los medios de comunicación. Su trabajo en “Caja de ritmos” y otros programas posteriores, como “Auan-ba-buluba-balam-bambú”, sentó las bases para una televisión más arriesgada y creativa. Además, el escándalo de Las Vulpes y su canción se ha reinterpretado a lo largo de los años, convirtiéndose en un símbolo de la Movida madrileña y de la lucha por la libertad de expresión en un país que aún se estaba adaptando a la democracia.
En retrospectiva, el escándalo de “Me gusta ser una zorra” no solo fue un episodio aislado, sino un reflejo de una sociedad en transformación, donde la música, la televisión y la política se entrelazaban de maneras inesperadas. La historia de este programa y su controversia nos recuerda la importancia de la libertad de expresión y el papel que los medios de comunicación juegan en la formación de la opinión pública. A medida que la televisión española continúa evolucionando, el legado de aquellos primeros años de democracia sigue presente, recordándonos que la lucha por la libertad y la creatividad es un camino que nunca se debe dar por sentado.