El clima en Europa ha cambiado drásticamente en los últimos años, y el 2024 ha sido un año que ha marcado un hito en esta transformación. Con temperaturas que han superado los niveles históricos y una serie de desastres naturales que han afectado a millones de personas, el informe anual del Servicio de Cambio Climático Copernicus (C3S) y la Organización Meteorológica Mundial (OMM) ha puesto de manifiesto la gravedad de la situación. Este artículo explora los eventos climáticos extremos que han caracterizado el año y las desigualdades que se han evidenciado entre diferentes regiones del continente.
**Desastres Climáticos en 2024**
El año 2024 se ha convertido en un punto de inflexión en la historia climática de Europa. Según el informe de Copernicus, el continente experimentó el año más cálido desde que se tienen registros, con un aumento promedio de 1,6 grados Celsius por encima de los niveles preindustriales. Este incremento ha llevado a una serie de fenómenos climáticos extremos, incluyendo precipitaciones récord y olas de calor devastadoras.
Uno de los eventos más trágicos fue la riada que afectó a Valencia el 29 de octubre, donde se registraron precipitaciones que alcanzaron los 771,3 mm en 24 horas, lo que resultó en la muerte de al menos 228 personas. Este desastre se ha clasificado entre los diez más costosos del mundo, con pérdidas que superan los 4.000 millones de euros. Además, el informe señala que 413.000 personas en Europa se vieron afectadas por inundaciones y que al menos 335 vidas se perdieron a causa de estos desastres.
La tormenta Boris, que azotó Europa en septiembre, también dejó su huella, provocando inundaciones en varios países de Europa central y oriental. Las lluvias persistentes llevaron a que los caudales de ríos se duplicaran, afectando a una extensa red fluvial. Este fenómeno ha sido considerado uno de los peores desde 2013, lo que subraya la creciente vulnerabilidad de la región ante el cambio climático.
**Desigualdades Climáticas en Europa**
A pesar de que el cambio climático afecta a toda Europa, las consecuencias no han sido uniformes. Mientras que países como España, Italia y Alemania han enfrentado inundaciones y precipitaciones anómalas, otras regiones, especialmente en el sureste de Europa, han experimentado condiciones extremas de calor y sequía. En julio de 2024, esta área sufrió la ola de calor más prolongada registrada, afectando a más del 55% de la región durante 13 días consecutivos.
El contraste entre el este y el oeste de Europa se ha manifestado en múltiples variables climáticas, incluyendo la temperatura, las precipitaciones y la humedad del suelo. En general, las regiones occidentales han visto un aumento en los caudales de ríos, mientras que las del este han experimentado sequías severas. Este fenómeno ha llevado a un aumento en la mortalidad por calor, que ha crecido un 30% en solo 20 años, lo que plantea serias preocupaciones sobre la salud pública y la seguridad alimentaria en estas áreas.
El informe de Copernicus también destaca que el 51% de las ciudades europeas han implementado planes de adaptación al clima, un aumento significativo desde 2018. Estas medidas buscan hacer frente a los desafíos que plantea el cambio climático, como la propagación de enfermedades, el aumento del nivel del mar y la pérdida de terrenos costeros. Sin embargo, la adaptación no es suficiente para mitigar los efectos desiguales que el cambio climático está causando en diferentes regiones.
La situación es alarmante, ya que se estima que entre 2011 y 2021, el 26,9% de las zonas urbanas en Europa han visto un aumento significativo en la población que vive en áreas con riesgo de inundación. Esto pone de manifiesto la necesidad urgente de políticas más efectivas y equitativas que aborden las vulnerabilidades específicas de cada región.
El cambio climático no solo es un desafío ambiental, sino también un problema social y económico que requiere una respuesta coordinada y solidaria. Las diferencias en la capacidad de adaptación y respuesta ante desastres naturales entre los países de Europa subrayan la importancia de un enfoque inclusivo y colaborativo para enfrentar esta crisis global. La comunidad internacional debe trabajar unida para desarrollar estrategias que no solo mitiguen los efectos del cambio climático, sino que también promuevan la justicia social y la equidad entre las naciones.