La COP30, programada para celebrarse en Belén, Brasil, en 2025, se ha convertido en un tema de debate acalorado debido a los altos costos asociados y la creciente preocupación sobre la efectividad de estas cumbres climáticas. Recientemente, la decisión del presidente de Austria, Alexander Van der Bellen, de no asistir a la cumbre ha resaltado las dificultades logísticas y económicas que enfrentan los líderes mundiales al participar en estos eventos. La situación plantea interrogantes sobre la viabilidad de las cumbres climáticas y su capacidad para abordar los desafíos del cambio climático de manera efectiva.
### Costos Elevados y Accesibilidad
Uno de los aspectos más preocupantes de la COP30 es el exorbitante costo del alojamiento en Belén. Los precios de las habitaciones han aumentado drásticamente, alcanzando cifras que oscilan entre 700 y 1,400 dólares por noche, lo que representa un aumento significativo en comparación con eventos anteriores como la COP26 en Glasgow. Este incremento ha generado críticas, especialmente entre los delegados de países en desarrollo que luchan por encontrar alojamiento asequible. La representante de la Unión Europea, Katarzyna Wrona, ha señalado que el costo del hospedaje en Belén es cinco veces superior a las dietas que la ONU proporciona para facilitar la participación de las delegaciones.
La decisión de Van der Bellen de no asistir se basa en la necesidad de mantener un marco presupuestario ajustado, lo que ha llevado a la oficina presidencial a considerar que los costos de participación son demasiado altos. Esta postura es especialmente sorprendente dado que Van der Bellen es un líder del partido ecopacifista Los Verdes, que históricamente ha abogado por la acción climática. Sin embargo, la realidad económica ha llevado a una reevaluación de las prioridades, lo que pone de manifiesto la tensión entre la necesidad de acción climática y las limitaciones financieras.
### La Efectividad de las Cumbres Climáticas
A medida que se acercan las fechas de la COP30, la efectividad de estas cumbres se pone en tela de juicio. A lo largo de los años, las cumbres climáticas han sido criticadas por su falta de resultados tangibles. A pesar de las promesas y compromisos, muchos de los objetivos establecidos en cumbres anteriores, como el Acuerdo de París, han quedado sin cumplir. La desconfianza entre países desarrollados y en desarrollo, así como la presión geopolítica, han contribuido a la dilución de los compromisos climáticos.
Las emisiones de CO2 generadas por la participación en estas cumbres también son motivo de preocupación. La COP26 en Glasgow, por ejemplo, reunió a aproximadamente 40,000 personas y generó alrededor de 102,500 toneladas de CO2. En la COP27, las emisiones aumentaron a 119,000 toneladas, y se estima que la COP30 podría atraer a más de 90,000 participantes, lo que plantea un desafío significativo para la Amazonía y el medio ambiente en general. La contradicción entre la necesidad de reducir las emisiones y el impacto ambiental de la propia cumbre es un dilema que no se puede ignorar.
La creciente crítica hacia la efectividad de las cumbres climáticas ha llevado a algunos líderes a cuestionar la utilidad de asistir a estos eventos. La falta de cumplimiento de los compromisos, la ausencia de líderes clave en ediciones recientes y la percepción de que las cumbres se han convertido en un mero espectáculo mediático han contribuido a la pérdida de prestigio de estos encuentros. La necesidad de una acción climática real y efectiva se ha vuelto más urgente que nunca, y muchos se preguntan si las cumbres son el foro adecuado para lograrlo.
En este contexto, la decisión de Van der Bellen de no asistir a la COP30 puede ser vista como un reflejo de una creciente frustración con el formato actual de las cumbres climáticas. A medida que los costos aumentan y la efectividad se pone en duda, es fundamental que los líderes mundiales reconsideren cómo abordar el cambio climático de manera más efectiva y accesible. La COP30 no solo representa un desafío logístico y económico, sino también una oportunidad para replantear la forma en que se llevan a cabo las negociaciones climáticas a nivel internacional.