El fuego en España ha experimentado una notable transformación en los últimos años. Aunque el número de incendios ha disminuido, la magnitud y la complejidad de los siniestros han aumentado, lo que plantea serios desafíos para la gestión forestal y la protección del medio ambiente. Un reciente informe de WWF revela que, si bien el número de incendios ha caído un 35 % en comparación con la década anterior, la superficie quemada ha disminuido solo un 5 %. Esta aparente contradicción es motivo de preocupación para los expertos en incendios forestales.
### La Paradoja de los Incendios en España
El informe de WWF, titulado “Incendios fuera de control. 20 años promoviendo la prevención”, destaca que el 95 % de los incendios en España son causados por la acción humana. De estos, aproximadamente el 55 % son provocados intencionadamente, lo que refleja conflictos sociales y económicos en las áreas rurales. Lourdes Hernández, técnica especialista en incendios forestales, señala que muchos incendios no intencionados son el resultado de negligencias, como el uso del fuego como herramienta de gestión en el medio rural. Además, los incendios intencionados a menudo surgen de disputas sobre límites de propiedad.
A pesar de la reducción en el número total de incendios, los llamados Grandes Incendios Forestales (GIF), que arrasan 500 hectáreas o más, han aumentado en un 31 % en la última década. En 2004, estos incendios representaban solo el 0,10 % del total, mientras que en 2024 alcanzan el 0,26 %. Aunque numéricamente son pocos, su impacto es devastador, causando daños ambientales y sociales significativos. En la última década, se han registrado una media de 24 GIF al año, algunos de los cuales han puesto en riesgo a comunidades enteras y han superado la capacidad de los servicios de extinción.
La simultaneidad de estos incendios extremos es otro factor alarmante. La península ibérica ya no enfrenta fuegos aislados, sino oleadas que pueden coincidir en diferentes puntos, desbordando los recursos disponibles para su control. Para abordar esta problemática, es esencial adaptar el paisaje para hacerlo menos inflamable. Las causas estructurales detrás de esta intensificación del fuego incluyen la crisis climática, la transformación del paisaje y la despoblación del medio rural. La temperatura media global ha estado batiendo récords, y el Mediterráneo se calienta un 20 % más rápido que la media del planeta.
### Incendios de Sexta Generación: Un Nuevo Desafío
Los incendios de sexta generación representan un fenómeno alarmante en la gestión de incendios forestales. Estos incendios son tan intensos que alteran la dinámica de las capas altas de la atmósfera, generando vientos difíciles de predecir y controlar. Desde su aparición en 2017, han dejado episodios devastadores, como los incendios en Tenerife en 2023 y en Sierra Bermeja en 2021. Eduardo Tolosana, decano del Colegio Oficial de Ingenieros de Montes, explica que estos incendios desarrollan sus propias condiciones climáticas, generando pirocúmulos que pueden desencadenar tormentas de fuego.
La combinación de una gran acumulación de combustible seco y condiciones meteorológicas extremas ha llevado a la creación de incendios que pueden liberar energía equivalente a 27 bombas atómicas por hora, como ocurrió en el incendio de Pedrógão Grande en Portugal. Sin medidas estructurales adecuadas, la simultaneidad de estos incendios extremos podría colapsar los sistemas de extinción, lo que representa un riesgo significativo para la seguridad de las comunidades y la salud de los ecosistemas.
La gestión de estos incendios exige más que recursos adicionales; requiere una planificación cuidadosa del paisaje, diversificación y ruptura de su continuidad para evitar la propagación incontrolada del fuego. La organización WWF enfatiza que la única forma de reducir la peligrosidad de los incendios es trabajar a gran escala, gestionando el territorio, recuperando la actividad agroganadera y diseñando políticas que prioricen la prevención real.
España cuenta con uno de los sistemas de extinción más avanzados del mundo, pero este modelo, que se basa casi exclusivamente en apagar fuegos, está agotado. Los incendios actuales son más rápidos, más grandes y más imprevisibles que los de hace 40 años. Para abordar esta nueva realidad, es crucial que las administraciones reconsideren sus inversiones y enfoquen sus políticas hacia la creación de paisajes resilientes, que incluyan pastos, bosques gestionados y terrenos agrícolas. La restauración de paisajes y la prevención del colapso del sistema de extinción son tareas inaplazables en la lucha contra el fuego en España.