La política española ha experimentado cambios significativos en los últimos años, especialmente en la relación entre el Partido Popular (PP) y la extrema derecha representada por Vox. Esta dinámica ha llevado a una transformación en la forma en que se perciben y se gestionan las alianzas políticas en el país. Desde la llegada de Alberto Núñez Feijóo a la presidencia del PP, la estrategia del partido ha oscilado entre la búsqueda de un perfil moderado y la necesidad de aliarse con fuerzas más extremas para asegurar el poder.
**La Naturalización de Vox en la Política Española**
La entrada de Vox en la política institucional se remonta a 2018, cuando Juan Manuel Moreno, entonces líder del PP en Andalucía, estableció un pacto de gobierno con esta formación. Este acuerdo marcó un hito en la política española, ya que legitimó a Vox como un actor político relevante. Desde entonces, la relación entre el PP y Vox ha sido compleja, caracterizada por una dependencia mutua que ha evolucionado con el tiempo.
El primer gran revés para el PP llegó en las elecciones generales de 2019, donde el partido sufrió una derrota histórica. La estrategia de Pablo Casado, que buscaba distanciarse de Vox, no dio los resultados esperados. En cambio, la extrema derecha logró entrar en el Congreso con 24 escaños, lo que consolidó su presencia en la política española. Este hecho llevó a muchos en el PP a cuestionar la viabilidad de una estrategia que ignorara a Vox, especialmente cuando se evidenció que la polarización política beneficiaba a la formación ultraderechista.
A medida que avanzaban los años, la relación entre el PP y Vox se volvió más simbiótica. En las elecciones municipales y autonómicas de 2023, el PP, bajo el liderazgo de Feijóo, logró recuperar parte del poder, pero lo hizo de la mano de Vox. Este hecho marcó un cambio significativo en la política española, ya que por primera vez desde la restauración de la democracia, la extrema derecha ocupó posiciones de poder en gobiernos regionales y locales.
**La Estrategia de Feijóo: Entre la Moderación y la Dependencia**
Alberto Núñez Feijóo asumió la presidencia del PP en un momento crítico. Su llegada al liderazgo del partido fue vista como una oportunidad para moderar la imagen del PP y distanciarse de la retórica más agresiva de Vox. Sin embargo, la realidad política demostró ser más complicada. A pesar de sus intentos de posicionarse como un candidato moderado, Feijóo se encontró atrapado en una red de compromisos con Vox que limitaban su capacidad de maniobra.
Durante su mandato, Feijóo ha intentado navegar entre dos aguas: por un lado, mantener la base tradicional del PP que anhela un partido más moderado y, por otro, satisfacer a los sectores más radicales que ven en Vox una alternativa viable. Esta tensión se ha manifestado en diversas ocasiones, desde la gestión de la violencia de género hasta la política migratoria, donde Vox ha impuesto su agenda en varias comunidades autónomas.
La dependencia del PP de Vox se ha vuelto evidente en la forma en que ambos partidos han manejado sus relaciones públicas. A pesar de que Feijóo ha intentado distanciarse de la imagen de Vox, las encuestas indican que la percepción de los votantes sobre su liderazgo ha comenzado a deteriorarse. La falta de una estrategia clara y la incapacidad de atraer a votantes moderados han llevado a que su figura se vea eclipsada por la de Santiago Abascal, líder de Vox.
En este contexto, la política española se enfrenta a un dilema: la normalización de la extrema derecha ha llevado a que los partidos tradicionales, como el PP, se vean obligados a adoptar posturas más radicales para no perder apoyo electoral. Esto ha generado una polarización que complica aún más el panorama político, donde las alianzas son cada vez más necesarias pero también más problemáticas.
La situación actual plantea interrogantes sobre el futuro del PP y su relación con Vox. A medida que se acercan nuevas elecciones, la presión sobre Feijóo para definir su postura se intensificará. La necesidad de mantener el apoyo de la base del partido, al tiempo que se evita alienar a los votantes moderados, será un desafío crucial. La política española, marcada por la incertidumbre y la polarización, seguirá siendo un campo de batalla donde las estrategias de los partidos se pondrán a prueba en un entorno cada vez más complejo.