Las elecciones legislativas en Irak, programadas para el 11 de noviembre de 2025, se presentan como un evento crucial en un país que ha enfrentado años de inestabilidad y conflictos. Con más de 20 millones de ciudadanos llamados a las urnas, el proceso electoral no solo refleja la dinámica política interna, sino también las influencias externas que han moldeado la nación desde la invasión estadounidense en 2003. La situación actual en Irak es un reflejo de las luchas entre diferentes sectas y la búsqueda de un futuro más estable y próspero para su población.
La Comisión Electoral iraquí ha habilitado 8,703 colegios electorales y 39,285 mesas para facilitar la votación. Sin embargo, el contexto en el que se desarrollan estas elecciones es complejo. La economía y los servicios públicos son temas centrales en el debate electoral, y los ciudadanos han manifestado su deseo de mejoras en sus condiciones de vida. A pesar de las divisiones sectarias que han caracterizado la política iraquí, los votantes parecen estar más preocupados por cuestiones prácticas que por lealtades religiosas.
### La Influencia de las Potencias Exteriores
Uno de los aspectos más destacados de estas elecciones es la influencia de Irán en la política iraquí. Tras la caída de Sadam Husein, Irán ha jugado un papel crucial en la configuración del panorama político, apoyando a diversas facciones chiíes que han ganado poder en el país. Esta influencia se manifiesta no solo en el ámbito político, sino también en la seguridad, donde las milicias chiíes, organizadas en las Fuerzas de Movilización Popular (FMP), han sido fundamentales para mantener el control interno. Sin embargo, su presencia ha generado tensiones, especialmente con Estados Unidos, que considera a estas milicias como una extensión de la influencia iraní en la región.
El primer ministro actual, Mohamed Shia al Sudani, ha intentado equilibrar estas influencias, buscando limitar el poder de las milicias chiíes mientras navega por las complejas relaciones con Estados Unidos y otros actores regionales. A pesar de sus esfuerzos, la percepción de que estas milicias son responsables de la violencia y la represión de manifestaciones ha afectado la confianza de la población en el gobierno.
### Desafíos Internos y Expectativas de Cambio
La situación interna de Irak es igualmente complicada. La corrupción y el abuso de poder han sido temas recurrentes en las críticas hacia el gobierno de Al Sudani. La subcoalición que lidera, Construcción y Desarrollo, se enfrenta a una dura competencia de otras facciones, incluida la liderada por el ex primer ministro Nuri al Maliki. Esta división dentro del bloque chií ha llevado a una guerra de poder que podría afectar la capacidad del gobierno para implementar reformas necesarias.
Al Sudani ha centrado su campaña en los logros alcanzados durante su mandato, como la creación de casi 700,000 empleos en el sector público. Sin embargo, muchos ciudadanos siguen escépticos sobre la efectividad de estas medidas, especialmente en un país donde el 60% de la población tiene menos de 25 años y enfrenta altas tasas de desempleo. La falta de servicios públicos adecuados y la ineficiencia del gobierno son cuestiones que han alimentado el descontento popular.
A medida que se acercan las elecciones, la participación electoral se convierte en un tema crucial. La votación especial para las fuerzas de seguridad mostró una participación del 82.4%, un récord histórico. Sin embargo, la participación de la población civil podría ser significativamente menor, lo que reflejaría la apatía y el escepticismo hacia el proceso electoral. En las elecciones de 2021, la participación fue del 41%, y muchos observadores temen que esta cifra pueda caer aún más, lo que sería un duro golpe para las aspiraciones democráticas de Irak.
El sistema electoral iraquí, que requiere la formación de alianzas para gobernar, añade otra capa de complejidad al proceso. Ningún partido puede gobernar en solitario, lo que significa que las negociaciones post-electorales serán cruciales para determinar quién asumirá el poder. Este escenario ha llevado a una cultura política donde las promesas de campaña a menudo se ven eclipsadas por la necesidad de compromisos entre facciones rivales.
En resumen, las elecciones legislativas de Irak se presentan como un momento decisivo para el país. Con un electorado ansioso por cambios reales y mejoras en sus condiciones de vida, el resultado de estas elecciones podría tener un impacto duradero en la dirección futura de Irak. La interacción entre las dinámicas internas y las influencias externas seguirá siendo un factor determinante en el camino hacia la estabilidad y el desarrollo del país.
