La reciente partida de Guillermo Fernández Vara, expresidente de Extremadura, ha dejado una profunda huella en la política española. Su vida y carrera son un testimonio de dedicación, humildad y un compromiso inquebrantable con su tierra y su partido, el PSOE. A lo largo de su trayectoria, Vara se destacó no solo por su capacidad de liderazgo, sino también por su humanidad y su enfoque en la igualdad de oportunidades.
### Un Hombre de Principios
Nacido en Olivenza, Badajoz, en 1958, Guillermo Fernández Vara se formó como médico forense antes de entrar en el mundo de la política. Su carrera política comenzó en los años 80, y rápidamente se convirtió en una figura prominente dentro del PSOE. A lo largo de su vida, Vara mantuvo una firme lealtad a los principios socialistas, defendiendo siempre la importancia de la disciplina de partido. Esta lealtad fue especialmente evidente durante las convulsas primarias del PSOE en 2017, donde muchos de sus compañeros se dividieron en facciones. A pesar de las diferencias, Vara fue uno de los pocos que cerró filas en torno a Pedro Sánchez, demostrando su compromiso con el partido por encima de las rivalidades personales.
Su enfoque conciliador y su capacidad para escuchar a los demás lo convirtieron en un líder respetado, tanto dentro como fuera de su partido. A lo largo de su carrera, siempre se mostró dispuesto a dialogar y a buscar soluciones que beneficiaran a la comunidad. Su legado se basa en la creencia de que la política debe ser un espacio de servicio a los demás, y no un campo de batalla personal.
### La Lucha Contra el Cáncer y el Amor por la Vida
La vida de Guillermo Fernández Vara estuvo marcada por su lucha contra el cáncer estomacal, una batalla que enfrentó con una dignidad y fortaleza admirables. A pesar de su enfermedad, nunca se permitió caer en la autocompasión. En lugar de lamentarse, utilizó su experiencia para reflexionar sobre la vida y la importancia de las relaciones humanas. En una de sus últimas apariciones, compartió cómo la experiencia de estar rodeado de pacientes en el área de Oncología le había permitido encontrar un sentido más profundo a su vida. “Ese es el mejor de los tratamientos”, dijo, refiriéndose al cariño que recibía de aquellos a quienes había servido como presidente.
Su amor por la vida y su deseo de seguir adelante por su familia, especialmente por sus nietas, fueron motores que lo impulsaron hasta el final. A pesar de las adversidades, su espíritu optimista y su deseo de contribuir a la sociedad nunca flaquearon. En sus últimos meses, se dedicó a impartir clases en la Facultad de Medicina de Badajoz, donde compartió su conocimiento y experiencia con las nuevas generaciones, reafirmando su compromiso con la educación y la formación de futuros profesionales.
Guillermo Fernández Vara no solo fue un político; fue un ser humano que dejó una marca indeleble en todos aquellos que tuvieron la suerte de conocerlo. Su legado perdurará en la memoria colectiva de Extremadura y en el corazón de quienes lo admiraron y respetaron. Su vida es un recordatorio de que la verdadera grandeza radica en la capacidad de servir a los demás con integridad y humildad. Su partida deja un vacío en la política española, pero su ejemplo de vida y su compromiso con la justicia social seguirán inspirando a muchos.
La historia de Guillermo Fernández Vara es un testimonio de cómo un individuo puede impactar positivamente en su comunidad y en su país. Su dedicación a la política y su amor por la vida son un legado que trasciende su tiempo en el cargo. En un mundo donde a menudo se valoran el poder y la ambición, su vida nos recuerda que la verdadera fuerza reside en la capacidad de amar, servir y luchar por un mundo mejor.